jueves, 24 de enero de 2013

La torre


La lluvia cae sobre la espalda de las ratas,
hasta el sabor de la sangre hoy me amarga.
¡Rayo de tormenta! luz efímera embarga
los rincones de una noche abandonada.

Salvación, goteando en la cima de un puñal,
hasta el dolor de alma hoy parece divertido.
Tu aliento y tus deseos, reos en mi oído,
quieren huir, desaparecer, alejarse, volar.

Mi hogar es mi castillo, la torre, mi prisión,
hasta la sal de las lágrimas hoy me endulza,
hasta la carne de ángel encuentro insulsa.
Mi hogar está en tus manos, y en todo lo lejano.

El puñal del príncipe se llama realidad,
hasta el frío del acero se me hace tibio.
¡Corazón quebrado! mas eso no trae alivio,
pues aún aspiro a tenerte con cada mitad.

La lluvia cae, y sigue cayendo y callándome,
caigo en ti, callándote como siempre quise.
Tu aroma yace ante palabras que hoy escribes,
con pluma y tintero del diablo, atrapándome.

Perdición, goteando en la cima de una torre,
hasta el dolor de vida hoy parece merecido.
El bien y el mal se besan, la lluvia se ha ido,
si sale el sol, bésame en cualquier momento...

...de cualquier manera,
en cualquier dónde.


miércoles, 9 de enero de 2013

El hombre


El hombre es marinero
y rema en tus cabellos,
naufragia y se adentra,
en las aguas de tu sueño,
y pregunta al arrecife:
"¿por qué ríe ella tan lejos
del amor absurdo y viejo,
de una mar que no soy dueño?"

El hombre es un pulpo,
que con seis brazos se abraza,
y que con dos más te busca,
en las aguas de lo insulso,
y pregunta a la arena:
"¿por qué ella no es tan mía,
como suyo fui aquel día,
en que la vi y perdí el pulso?"

El hombre es un hombre,
y se enreda en tus cabellos,
se muere como río en mar,
en la sal de tu sueño,
y le dice al mismo Tiempo:
"te entrego un alma sin nombre,
para andar por la senda larga,
de un amar del que no soy dueño"



jueves, 3 de enero de 2013

Suéñame al final del bosque



que nada te cuesta.

Entre mantas que te arropen,
podré ver cómo te acuestas.

Siento, lamento y asumo,
que cada día te alejas.

Coger tu mano es coger humo,
maleza húmeda y vieja.

Onírico e irónico,
un calor que a mí se aferra.

Y este caminar único,
hunde la lluvia en la tierra.

Suéñame al final del bosque,
esquiva mi último beso.

Tú dejas atrás la noche,
yo en secreto regreso.

Y allí, sentado me tienes,
esperando a que te duermas.

La noche trae su paseo,
y el día su tierra yerma.


martes, 1 de enero de 2013

Mañana, lejanamente mañana



abrigaré el temblor de tu pecho.
Si hace frío, y el deseo está preso,
¿quién soy yo para rozar tu cara?

Infortunio derramado en el tiempo,
y momentos tristes se avecinan,
y no hay luz en la recta guillotina,
y la cruda realidad se decapita.

Mañana, forzosamente mañana,
me llamará a gritos lo desconocido.
Si hay que callar para todo decirlo,
¿quién soy yo para cantarte nanas?

Pero el viento es esposo de mi suerte,
y el desorden, hijo de mis anhelos.
Acércate, rodéame, aparta tu velo,
deja que un dios sin cabeza nos encuentre.

Mañana, únicamente mañana,
tomaré el peso de tu fino cuerpo,
Si eres un Fénix y yo un mero cuervo,
¿quién soy yo para besar tus alas?

Y debo tiritar ante la lascivia,
cuando pones tu mejilla ante la mía.
No te vayas, arduo sueño fugaz,
dame los labios que hoy no me asilan.

Mañana, sigue siendo mañana.